—Buenoz diaz, ceñor y ceñora ¿ha cido de zu agrado la extancia?
—La suite es preciosa, pero uno de los anclajes de seguridad, en el suelo del ascensor, no funciona correctamente. Deberías informar para repararlo o alguien podría desengancharse y salir por los aires en la aceleración de subida.
—¡Buenos días, Toyzinetar! Me alegro de verte.
—Y yo a ti, Zam. En ceguida, procederemo a zu reparación, ceñorita.
—Será mejor que lo reparen cuanto antes, a no ser que uno de los servicios del hotel sea digerir tu propio cráneo, después de una caída libre, desde el nivel doscientos.
—Perdona la moleztia.
—No seas tan dura con él, eso ha sido una broma de mal gusto, muy Elon.
—De verdad, ¿no te has planteado casarte con un sintético?
—Anya, obsérvalo, es simplemente ¡monísimo! ¿No estarás celosa?
—¿De un trozo de hojalata sin conciencia? Si debo preocuparme por eso, me vas a defraudar, alelado.
—¿No podrías ayudarle con su sistema de pronunciación?
—¿Otra vez?, pareces un niño. Ya me estoy arrepintiendo de no irme de visita con Miyuki.
—Los demás no saben dónde ir, yo me he estudiado las mejores rutas. Ya verás, al llegar a nuestro primer destino, Toku, vas a quedar fascinada y satisfecha. Imagina parte de la antigua ciudad de Tokio y su gran cultura del siglo XXI engullida por el océano. ¿No te parece poético?, la naturaleza recobrando lo que siempre fue suyo.
—Con intereses, y no me extraña, menudos consumidores desenfrenados sin miramientos por la estabilidad planetaria estaban hechos nuestros antepasados.
—Hoy estás negativa; estamos de vacaciones, alegra esa cara.
—Ceñores, ¿decean dezayunar algo? Tenemo un menú epecial para recién cazados.
—No estamos cazados, ni casados, cáscara de metal.
—Perdona, mi programa de obcervación zocial debe eztar defectuozo.
—¡Ya tienes demasiado software defectuoso! ¿Y tú de qué te ríes?
—De nada, de nada.
—Desayunaremos lo que sea mientras ayudo en la restauración de la programación en Toyzinetar, no me llevará más de media hora. Hasta su nombre es ridículo.
—Agradezco la ayuda, señora, pero estoy programado para producir sentimientos de empatía a los invitados, puedo hablar normal, si lo desea.
—¿Nos has mentido? Lo que hay que aguantar.
—Jajaja. Jajaja. Jajaja.
—Siento el pequeño engaño, a los turistas normalmente les hace gracia. Suelo mantener el papel hasta el final, pero sus habilidades robóticas, junto a la mención de la modificación, desencadenó la desactivación de mi actuación.
—¡Maldito transistor de cúbits!
—Anya, mira su sonrisa, la creación superó al creador. Lo voy a renombrar, simpático sintético.
—Se acabó, me voy.
—No, no, espera, era una broma. Anya, me voy contigo, lo siento. —«Ahora me toca aguantar su enfado todo el día, no estoy seguro de si mereció la pena. […] Jajaja. No hay duda, la mereció».